El mundo virtual ha revolucionado la manera de trabajar de este mundo de modernidad líquida, como lo definía el recientemente fallecido Zygmunt Bauman. A lo largo de la historia, los cambios tecnológicos han ido modificando la manera de construir, trabajar y hasta vivir de los seres humanos. Y todos ellos tenían una cosa en común: ahorrar tiempo.
La tecnología virtual ha dado un paso más en ese progreso socio-laboral, no limitándose a reducir la duración de las tareas sino también a rebajar los costes indefectibles de cualquier empresa y alcanzar la cúspide del minimalismo espacial. Si echáramos un vistazo a las oficinas del pasado, a algunos de nosotros se nos escaparía una sonrisa al recordar el tedio de los procesos laborales y a otros se les abrirían los ojos como platos cuando observaran los vetustos cachivaches y voluminosos muebles que toda empresa que se preciara amontonaba entre sus paredes.
Todos estos elementos ya desaparecidos tenían, como podéis suponer, su coste. La irrupción de los ordenadores personales limpió de un manotazo todos esos devoradores de presupuesto, ubicando sus metálicas torres bajo las mesas de trabajo y los corpulentos monitores sobre las mismas. Hago hincapié en el tamaño porque nos daba la impresión de que, cuanto más grandes, más cosas entraban en sus entrañas. Hasta que aparecieron los portátiles, que acabaron con el mito de que el tamaño es importante. Y ya tenemos módulos con los que configurar nuestro propio ordenador con una tablet y externos.
Sin embargo, la llegada de Internet hizo que los modernos-para-la-época ordenadores pudieran estar conectados entre sí – Intranet-, con determinados clientes externos–Extranet- y el resto del mundo. Este hecho significó que cualquiera podía conectarse a la empresa desde cualquier lugar, permitiendo desde otra ubicación e incluso desde la propia casa. Aquellos que apostaron por fundar una empresa basada en la tecnología, redujeron costes de espacio y personal de manera significativa. Pero el mundo virtual se reservaba una sorpresa más: la Nube. Donde antes habitaba la información, ahora existen servicios donde delegar la responsabilidad de ciertas tareas empresariales con un coste inferior al de contratar a trabajadores físicos y disponer a su vez de otros que antes era imposible plantearse para las pymes o trabajadores por cuenta propia. Como una secretaria virtual.
Las secretarias virtuales no dejan de ser las mismas secretarias físicas que todos conocemos, con la única diferencia de que no se encuentran presentes en la oficina. Porque el concepto de espacio ha cambiado en la sociedad. Desde el ordenador de nuestra casa podemos ver la televisión, conocer a gente, escuchar la radio, hacer la compra o estudiar. Obviamente, sus ventajas no estaban exentas de otro tipo de problemas, como bien definió el filósofo polaco nombrado al inicio de este artículo. No obstante, a nivel laboral, ha generado una oportunidad competitiva para aquellos que se veían condenados a luchar contra las grandes empresas con fuerzas desiguales, puesto que ahora reciben parte del trabajo de las mismas a través de subcontratas y pueden diversificar su cartera de clientes gracias a la especialización en sus funciones. Esto supone una imperiosa necesidad de mantener las líneas de comunicación abiertas, por lo que la figura de la secretaria se convierte en vital.
Entonces, la pregunta es la siguiente: ¿qué compensa más: una secretaria física o una virtual? Sabemos que ambas realizan las mismas funciones, por lo que vamos a analizar la respuesta para entender la causa de la demanda de las segundas por encima de las primeras.
Toda persona física que trabaje dentro de una empresa está considerada como empleado de la misma. Tiene un contrato, con su salario, retenciones, horario y condiciones/obligaciones. Este mismo contrato incluye de manera tácita las interrupciones habituales en el puesto de trabajo físico, como puedan ser los desayunos, las horas de la comida, salir a fumar, ir al baño o tomar un café. Es tiempo de trabajo que no se dedica al mismo, pero se paga por él, al igual que las vacaciones o las pagas extras. Por otro lado, los desplazamientos pueden provocar retrasos en la llegada al puesto de trabajo –atascos, accidente- y los cambios de temperatura bajas por enfermedad. Después, los gastos de infraestructura de su puesto de trabajo. Y nos falta por añadir los impuestos que se pagan por cada persona que forma parte de la organización.
Todos estos gastos desaparecen con las segundas, puesto que el coste de una secretaria virtual es el de una prestación de servicios no físicos para la empresa. Es decir, que se paga por las horas ininterrumpidas de trabajo que prestan, lo que aumenta su efectividad al estar libres de distracciones o costes taxativos. O dicho con números, suponen un ahorro de casi un 40% con respecto a las físicas.