No hay mejor jefe que uno mismo. Por desgracia, también es su único empleado y corre riesgo de explotación bipolar. Debido a esta razón, toda mano extra es bien recibida en el día a día, aunque si esa mano se gira para pedir dinero, la sonrisa se borra de un plumazo.
Ser emprendedor no es una tarea sencilla. Y no me refiero al trabajo que realiza, sino al trabajo que cuesta mantener el negocio. Muchos se echan el peso del mundo sobre los hombros y se acostumbran a inhumanas jornadas de trabajo que, por regla general, resultan menos productivas y acaban ocasionando problemas. No hace mucho, estaba hablando con un conocido que ha montado su propio negocio de catering y me confesaba que se había olvidado de que había quedado con unos proveedores para pagar. Por suerte, fue capaz de solucionar ese problema, aunque su despiste provocó que tuviera que cancelar un pedido que pensaba abonar con ese importe ese mismo día. Al no poder realizarlo, se encontró con que no tenía productos para un servicio y se vio obligado a realizar una serie de llamadas mientras el cocinero le miraba con odio por haberle hecho venir sin tener el material de trabajo preparado. Dos días después, tuvieron la comida en sus manos. Se encerraron para trabajar largas horas en la elaboración, tiempo en el que recibió dos pedidos más que no pudo atender y, cuando se puso en contacto con ellos, ya habían encontrado quién se lo hiciera.
El problema de esta persona se debió a un exceso de confianza. Cuando empezó con su negocio, apenas tenía un volumen de trabajo excesivo y podía atender sin problemas el negocio por su cuenta. Pero, gracias a su profesionalidad, calidad y trato, empezó a ser recomendado y el tiempo empezó a estrecharse alrededor de su cuello. Pero confiaba en sí mismo y, lo más importante, en su memoria, que le había jugado una mala pasada laboral. Además, no era la primera vez que alguien le llamaba y no podía contestar –algo que puedo corroborar personalmente.
La asistencia virtual para emprendedores apareció precisamente para solucionar casos como los de esta persona de la que estoy hablando. Hay una especie de idea preconcebida que rechaza la figura de una secretaria por su elevado coste o porque no consideran que sea necesaria. En lo primero estoy de acuerdo; las virtuales son muchísimo más baratas e igual de efectivas. En lo segundo no.
Una secretaria virtual garantiza que ninguna llamada quedará sin ser atendida profesionalmente, lo que aumenta el ratio de posibilidades de negocio. Dicha llamada quedará registrada y el emprendedor será informado de su recepción y contenido de la misma para poder devolverla en cuanto se encuentre desocupado. Por otro lado, si la llamada es de carácter informativo, la asistente virtual se encargará de transmitir la información necesaria, liberando de esa función al emprendedor. Eso significa que las llamadas que reciba serán únicamente relevantes a su función laboral y así poder gestionarlas de la manera que crea conveniente.
Pero hay más; una asistente virtual no solamente se encarga de mantener abierto y operativo el canal de comunicación del negocio, sino que también se encarga de organizar la agenda de trabajo. De esta manera, el emprendedor tendrá actualizada y detallada todas las actividades a realizar durante el día. Porque basta un solo día para descubrir que la memoria se agota por querer hacer demasiadas cosas a la vez.
Lo gracioso del asunto es que, cuando le comenté a este conocido el servicio de asistentes virtuales, me miró extrañado y dijo: ¿Eso existe? Al igual que él, muchos siguen pensando que el mundo tecnológico se reduce al ordenador y al móvil. No son más que herramientas con las que poder acceder a una serie de servicios en la Nube, convenientemente asequibles y prácticos para aquellos que han decidido emprender su carrera profesional en solitario.