Al término de la última gran guerra europea, las empresas iniciaron la reconstrucción económica sobre una base interna, para no depender de agentes externos que ralentizaran este proceso. En un primer momento, los resultados fueron mejor de lo esperado. Pero pronto la tecnología aceleró su crecimiento y muchas de estas empresas se vieron corriendo el riesgo de quedarse obsoletas con sus métodos de trabajo. El problema principal residía fundamentalmente en los costes de actualizarse. Y así nació el outsourcing.