Todo aquel que haya puesto en marcha una aventura empresarial, bien como autónomo o como pyme, sabe lo valioso que es organizarse el tiempo adecuadamente. Por un lado, necesita tiempo para realizar su compromiso laboral con profesionalidad. Por otro, tiene que invertir en captación de nuevos clientes para sobrevivir. Y, finalmente, siempre estará disponible para sus clientes, quedar con ellos, responder sus dudas, tranquilizarlos y aconsejarles. Todo aquel que sea autónomo o pyme también sabe que se encontrará realizando esas tres actividades a la vez la mayor parte de su tiempo.

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Cada vez más empresas buscan mejorar su balance de gastos en pro de la eficiencia y una mejor productividad. Gracias a la evolución de las tecnologías de la información en especial en las áreas de telepresencia y servicios de voz sobre Ip es cada vez más habitual trabajar de manera deslocalizada de nuestra oficina y no son pocas las empresas que recurren a las ventajas secretaria virtual.

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Todo aquel que haya montado una empresa sabe de la importancia de contar con una secretaria en sus filas. La empresa realiza un trabajo pero, a su vez, la propia empresa es un trabajo en sí misma. Eso significa que alguien debe encargarse de atenderla adecuadamente mientras el resto de profesionales se dedica a realizar las labores con las que la empresa obtiene sus ingresos. Dado que la función de una secretaria no genera beneficios económicos directos a la entidad, algunos empresarios deciden prescindir de sus servicios, repartiendo esas tareas internas entre los trabajadores, lo cual provoca no solamente un aumento de la carga de trabajo, sino que la dificulta con las interrupciones que éstas generan. A todos nos ha pasado el recibir una llamada mientras disfrutábamos de una película o una romántica cena, rompiendo el momento. La concentración en el trabajo es uno de esos momentos.Sigue leyendo

Suena el despertador. Falta mucho para el fin de semana. El café nos ha abrasado la lengua y el tráfico es insoportable. Para colmo, nuestros poderes psíquicos auguran un desbordamiento de correos electrónicos en la bandeja de entrada. Nada más entrar, el primero en darnos los buenos días es el teléfono. Sale un olor extraño del frigorífico cuando dejamos la comida en una de las bandejas, pero ya nos hemos acostumbrado. Respiramos hondo; otro día más en la oficina, otra jornada laboral de infinitas horas por delante. Pero el contrato exige cumplir una serie de horas determinadas y cogemos aire para aguantar con filosofía el devenir del día.Sigue leyendo